martes, 31 de diciembre de 2013

Hola, y adiós.

Hola, nuevo amigo. Antes que nada, bienvenido.

Le digo adiós a tu hermano pequeño, a ese agridulce 2013 que mes tras mes, ha intentado acorralarme contra una esquina a ver si me hundía. Se ha empeñado eh?? Pero que va, yo soy más fuerte.

No le voy a negar las cosas buenas que ha provocado. Tampoco soy tan rencorosa. Así, los seis primeros meses me los dejó pasar en una tierra preciosa, con una gente espectacular. Además, allí hizo que un grupito de amigos se convirtieran en una familia. Una familia que ahora anda desperdigada por España, con un miembro en Alemania, pero siempre en nuestra mente.

También este año feo, y mira que yo no soy para nada supersticiosa, hizo que me enamorara de Brasil y del corazón de su pueblo... ¡sin haberlo visitado!. Menos mal que, a cambio, me permitió volver a la que considero mi casa; una Inglaterra que se convirtió en ese rinconcito de paz que tanto necesitaba.

Profesionalmente, tampoco es que pueda poner mucha pega. Mis colaboraciones me han dejado escribir de lo que más me gusta, y la suerte, me ha acompañado aunque sea un poquito. El haber currado en una de las agencias de noticias más importantes del mundo  ha sido una experiencia brutal. Que  2014 venga con más y mejor. Las ganas, desde luego, me sobran.

Y que decir del protagonista de este cuaderno online, nuestro Tenerifeito Nos ha dado un ascenso, del que disfruté en tierras catalanas, y a mí en particular, el mejor regalo de cumpleaños que todo chicha podría tener. Ese 3-0 a Las Palmas pasará a la historia,amigos.

2013 también ha servido para aprender. Para aprender que aunque se tomen rumbos diferentes, el mundo es redondo y siempre nos acabamos reencontrando. Y más cuando se pone empeño en ello.

Que de los errores se aprende, y yo he cometido unos cuantos de los que bien podría arrepentirme, pero más allá de eso, los utilizaré para no repetirlos en tiempos venideros.

Lo que esta claro es que, pase lo que pase, no podemos parar el corazón y dejar de sentir, reir, querer, odiar, llorar o disfrutar. Y eso no cambiará con el sonido de 12 campanadas.

Así que vivamos, sea en un año o en otro, en diciembre o en enero, solos o acompañados. Queramos lo que tenemos y usemos un poquito más el corazón, que la cabeza  nos explotará si seguimos abusando de ella.

Por los que estaban y siguen, por los que han llegado y se quedarán, por los que nos queremos desde lejos pero no por eso nos olvidamos.

Por quien ya no está, que para todos seguro que son muchos. Que para mí es quien me dió la vida, por la que merece la pena, aunque ya no esté, vivir y sonreir.

Feliz 2014 a todos. Feliz 2014, má.