La ilusión está a flor de piel y todo lo que acontece a nuestro alrededor parece tener una repercusión mayor. No, no hablo de la chica de los pasillos de la facultad, ni del rubio de la biblioteca que te pone ON las mariposas del estómago, por decir algo. Hablo de la pasión por el fútbol, esa que en esta recta final hace que 90 minutos sean un carrusel de emociones.
Aquí no importa de qué equipo seas; merengue o azulgrana, vives en tensión pensando que un sólo partido podrá decidir la Liga, con los mejores futbolistas del mundo en condiciones dispares y resultados que dejan dudas en ambos bandos.
Si eres amarillo y simpatizas con la UD Las Palmas, ya mejor ni hablamos. De ser líderes indiscutibles a caer en un bucle de malos resultados que lo sacan de la zona de ascenso directo. Una pena, dicen.
Si eres del Tete, ni te digo. Aunque parece que los de Agné escalan poco a poco en la tabla, algunos errores tontos nos tendrán en vilo hasta que la permanencia no sea una cuestión matemática.
El Heliodoro, que debería ser un fortín, apunta a murallita este fin de semana. Un clásico inmediatamente después de la visita de Osasuna y la amenaza de chubascos fuertes y tormentas, los nuevos enemigos de la taquilla.
Por suerte, los 7.000/8.000 de siempre no fallarán. Los que escapaban con las rentas de las promociones, vuelven a verse en apuros; pagar 60 euros por 7 partidos no es proporcionado si lo comparas con los 125 que costaba la temporada entera. Tarde y mal, la cuestión de abonos de segunda vuelta.
Más allá está la Champions y la UEFA, donde las eliminatorias definitivas arrancan en cuestión de semanas. Madrid-Atleti, Barça-PSG y así, un sinfín de minutos en partidos que provocarán sonrisas y lágrimas.
Pero da igual si 5 o 500. La pasión en el Heliodoro, el Nou Camp, Mestalla, el Carlos Belmonte, Do Dragão o el Antonio Dominguez comienza a ser esfervecente. ¡Que comience la función!
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